Relatoria

Relatoría del Conversatorio: Riesgos Globales, Multilateralismo y  Derechos Humanos 

El Conversatorio Riesgos Globales, Multilateralismo y Derechos Humanos fue primero del ciclo  sobre Emergencias Globales y Derechos Humanos, organizado por el Instituto DEMOSPAZ con el  apoyo de la Viceconsejería de Derechos Humanos, Convivencia y Cooperación del Gobierno  Vasco. Se celebró en modalidad online a través de la plataforma Zoom, el 23 de noviembre de  2020. La sesión se orientó a la profundización en el papel del multilateralismo en la gestión de  la pandemia desde un enfoque de derechos. Esta relatoría recopila las distintas aportaciones de  las personas intervinientes en el conversatorio.  

Inauguración del ciclo de conversatorios Emergencias Globales y Derechos  Humanos 

Se presenta a José Antonio Rodríguez Ranz, Viceconsejero de Derechos Humanos, Convivencia  y Cooperación del Gobierno Vasco y a Federico Mayor Zaragoza, presidente de la Fundación  Cultura de Paz y Copresidente del Instituto DEMOSPAZ-UAM. 

José Antonio Rodríguez Ranz considera que el proyecto de convivencia que pretenden construir  para el País Vasco se ancla sobre cuatro pilares: la dignidad de la persona humana, los derechos  humanos de todas las personas, la diversidad y la deslegitimación de la violencia. Se han  comprometido a desarrollar un Plan Estratégico de Convivencia y Derechos Humanos que tendrá  a su vez dos pilares: la Agenda Vasca para la Convivencia y la Agenda Global de los Derechos  Humanos. Para ello, en este contexto de retos globales, resalta la importancia de las alianzas y  colaboración con entidades como la Fundación Cultura de Paz y con el Instituto DEMOSPAZ.  Consideran de gran relevancia situar a la persona en el centro con la máxima protección de  aquellas más vulnerables.  

A su vez, Federico Mayor Zaragoza felicita al Gobierno Vasco por esta iniciativa y retoma la  importancia de las alianzas para construir un futuro en el que cada ser humano sea capaz de  desarrollar sus facultades distintivas. Es relevante destacar que el punto de partida de los  derechos humanos es la igual dignidad de todos los seres humanos. Frente a la gobernanza  plutocrática, defiende la pertinencia de un multilateralismo eficaz e inclusivo de todos los países  que conforman la comunidad internacional para afrontar la pandemia y futuros retos de  naturaleza global. 

Bienvenida y presentación del Conversatorio 

Manuela Mesa, Codirectora del Instituto Universitario de Derechos Humanos, Democracia,  Cultura de Paz y No Violencia DEMOSPAZ-UAM, da la bienvenida a todas las participantes y las  presenta brevemente. Asimismo, afirma que muchos analistas afirman que el respeto de los  derechos humanos es la forma más adecuada de gestionar la pandemia y lanza una pregunta  sobre qué derechos corren mayor riesgo de ser vulnerados en un contexto de emergencia. Cede  la palabra a Francisco Rojas Aravena. 

¿Es el respeto de ellos derechos humanos la mejor manera de gestionar la  pandemia? ¿Qué derechos se han visto más afectados y cómo pueden  ser protegidos? 

Francisco Rojas Aravena, Rector de la Universidad para la Paz de las Naciones Unidas, considera  que los derechos humanos constituyen el eje de protección de todas las personas, si bien su  aplicación se dificulta en contextos de crisis. Señala que nos hallamos en un contexto en que las  amenazas tradicionales están remergiendo con fuerza; son ejemplos la reactivación de  conflictos aparentemente congelados en el Sahara Occidental, en Nagorno Karabaj o Etiopía,  donde se violan los derechos humanos, evidenciando que donde no hay paz, no hay posibilidad  de garantizar los derechos humanos. A ello se suma que otras amenazas siguen poniendo en  riesgo la seguridad humana, sobresaliendo las de naturaleza atómica y el cambio climático.  Considera que los desafíos transnacionales demandan respuestas globales desde las  instituciones multilaterales en las que debe darse prioridad a generar espacios de diálogo y a la  protección de los Bienes Públicos Globales.  

María Oianguren, Directora de Gernika Gogoratuz, resalta que la emergencia del COVID-19 ha  visibilizado las desigualdades estructurales y los desequilibrios medioambientales preexistentes.  Asimismo, considera el marco de los derechos humanos como el referente ético para desarrollar  las potencialidades que se contienen en tales declaraciones y protocolos para “no dejar a nadie  atrás”. Con ese lema, conecta con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Agenda 2030, que  son concebidos como herramientas para profundizar en los retos transnacionales, así como para  transformar el mundo que habitamos. 

Maider Maraña, Directora de la Fundacion Baketik, apunta que la utilidad del enfoque basado  en derecho humanos reside principalmente en que constituye un marco que ya ha sido  aprobado por los estados, erigiéndose en titulares de obligaciones internacionales. Así, en  situaciones de crisis como la generada por la pandemia de la COVID-19, los derechos humanos 

son un marco al que aferrarse para garantizar que las medidas y las políticas públicas se orienten  a la justicia social. Con la pandemia se evidencia qué personas tienen garantizado el derecho de  acceso a la salud, así como el derecho a la educación; también el derecho a un nivel de vida  digno se ha visto truncado para algunas personas dependiendo del sector laboral en que  trabajaran. Asimismo, se pregunta por el impacto de algunos cambios que se están dando de  forma silenciosa en el curso de la pandemia. Se preocupa especialmente por el devenir del  principio de solidaridad, que, si bien no estaba previamente garantizado, la crisis ha agudiza la  sensación del «yo» frente a los otros. 

Mikel Mancisidor, Miembro del Comité de Derechos Sociales, Económicos y Culturales de  Naciones Unidas, señala que los derechos humanos no limitan el debate público estableciendo  una hoja de ruta delimitada para afrontar una crisis. Resalta la pertinencia de una cultura de  derechos humanos que complemente a la enumeración de derechos, partiendo de la  interrelación, las limitaciones y los posibles conflictos que pueden existir entre ellos. También  pone de relieve la importancia de conocer la forma en que los derechos humanos se articulan  entre sí en el marco de una sociedad atravesada por conflictos de intereses. 

Blanca Rodríguez Chaves, Vicedecana de Relaciones Institucional, Empleabilidad y  Responsabilidad Social de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid, indica  que, para garantizar los derechos fundamentales en situaciones de emergencia, es preciso  observar el orden jurídico establecido y velar por el cumplimiento de la Constitución. En España,  se aplicado un marco excepcional, por el que algunas garantías quedan exceptuadas. En esa  línea, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos admite las restricciones de derechos  fundamentales siempre y cuando cumplan con los parámetros de legalidad, necesidad y  proporcionalidad. Se puntualiza que los derechos fundamentales pueden entrar en colisión  entre ellos o con otros bienes jurídicamente protegidos en cuyo caso se aplicará el principio de  ponderación. Durante la pandemia, el derecho a la salud se enfrenta a otros tales como como la  libertad de movimiento, el derecho a la protección de datos de carácter personal o la libertad  de reunión. Con la aplicación del Estado de alarma, es el gobierno el que toma las riendas. Se  concluye que no se ha afrontado la redacción de un nuevo corpus legislativo que afronte la  gestión de la pandemia, lo que tiene consecuencias negativas sobre la calidad de nuestro estado  de derecho, corriendo el riesgo de alejarnos de los estándares europeos. 

José Antonio Sanahuja, Director de la Fundación Carolina, remarca que la pandemia ha  emergido en un momento en que la seguridad se sigue pensando en términos clásicos, es decir  concibiendo la seguridad en el marco del estado nación y definiéndola en términos de conflicto 

armado y amenazas violentas. Así, la globalización genera interdependencia mientras que la  capacidad para gestionar los riesgos globales ha permanecido en el marco estatal, dando lugar  a lo que Ulrich Beck denomina la “sociedad de irresponsabilidad organizada”. Más que al  patógeno per se, el devastador impacto de la COVID-19 se debe en mayor medida a los sistemas  de salud fragilizados y a las condiciones de desigualdad que atraviesan las sociedades. El enfoque  basado en derechos humanos se revela como tercera vía entre la securitización de la respuesta que enmascare derivas autoritarias en nombre de la salud, y la reivindicación de la libertad  individual irrestricta a cualquier precio. Concluye que la posibilidad de afrontar de forma efectiva  a la pandemia y sus consecuencias reside en la cooperación desde unas instituciones  multilaterales eficaces, inclusivas y legítimas.  

A continuación, Manuela Mesa introduce varios bloques de preguntas relativos a los tres ejes  temáticos del conversatorio, a saber, riesgos globales, multilateralismo y derechos humanos.  Estas cuestiones se plantean específicamente a algunos de los ponentes. Comienza con Maider  Maraña. 

¿Qué propuestas del ámbito ambiental podrían servir para abordar la  pandemia? 

Maider Maraña destaca la performatividad del lenguaje, esto es, la capacidad de crear realidad:  como nombramos una problemática va a llevar a determinadas formas de abordarla. En la  pandemia, los medios y las instituciones recurrían a un lenguaje bélico que esbozaba la imagen  de una guerra en la que toda medida es válida para combatir a tal enemigo. La idea de la  inevitabilidad de la pandemia diluye responsabilidades, en lugar de mostrar que es una  consecuencia de los riesgos que hemos ido asumiendo. Al igual que la crisis climática, la  generada por la COVID-19 es una crisis global, pero que tiene un impacto específico en ciertas  regiones colectivos vulnerables. La crisis climática nos indica que muy a menudo nos centramos  en los impactos evidentes, y se los olvidan los cambios sutiles a largo plazo. No podemos volver  a un mundo en el que nos sigamos arriesgando a que todo esto se vuelva a producir. También  reivindica la participación de la ciudadanía en el diseño de respuestas a la pandemia, poniendo  de relieve que las personas son agentes de cambio.

¿Qué medidas o mecanismos existen en el marco multilateral para  abordar emergencias globales como la pandemia? Además de la OMS,  ¿hay otras agencias que podrían tener un papel más relevante? 

Fernando Rojas Aravena considera que, dado que la crisis se enmarca en otra más amplia, se  requiere una visión global compartida, y ello se logra en el ámbito político basándose en las  recomendaciones técnicas los científicos. En ese sentido, el rol de la Asamblea de Naciones  Unidas es crucial; así es necesario reforzar el multilateralismo democrático para lograr  respuestas que tengan una mirada comprehensiva, holística y global que proteja al planeta y a  las personas. Una respuesta efectiva implica la creación de espacios de diálogo efectivo  colocando a las personas y a los Derechos Humanos en el centro contando con la participación  de los múltiples actores implicados.  

Mikel Mancisidor considera que frente a la complejidad de un mundo interdependiente se está  dando un ascenso del populismo promete dar una solución sencilla y en clave nacional a estos  riesgos globales. Plantea que la preocupación por el derecho a la salud en todas las partes del  mundo puede responder a un “egoísmo inteligente” más allá del imperativo ético. Dado que la  crisis tiene una doble naturaleza sanitaria y cultural, la UNESCO sería una organización que  podría aportar en el diagnóstico y en el impulso de respuestas a la pandemia. También podrían  tener un papel relevante el Alto Comisionado para los Derechos Humanos y la Organización  Mundial del Comercio, esta última especialmente en relación con el acceso universal a  medicamentos y a la vacuna contra la COVID-19. 

¿Qué implicaciones tienen las emergencias globales para los derechos  humanos en al ámbito local? 

María Oianguren considera el ámbito local como primordial en la construcción de consensos y  del sentido de comunidad. A nivel local se pueden encontrar iniciativas y proyectos que pueden  contribuir a transformar la realidad, tales como las propuestas realizadas desde la economía  social o solidaria o desde los enfoques ecofeministas que ponen en el centro la sostenibilidad  de la vida. En un mundo de interdependencias crecientes, se precisa de un equilibrio entre las  distintas escalas para afrontar los riesgos globales, apostando por un cosmopolitismo arraigado  en lo local a la vez que implicado en lo global.

Interacción entre los y las ponentes  

Como moderadora, Manuela Mesa propone a los y las ponentes que interactúen entre ellos con  la finalidad de dinamizar la conversación. En primer lugar, cede la palabra a José Antonio  Sanahuja. 

José Antonio Sanahuja señala que la capacidad de respuesta del sistema multilateral está  condicionada por su fragilidad y por la asimetría de poder que existe en s, u seno. A  continuación, expone detalladamente cómo la financiación al desarrollo pone de manifiesto las  relaciones de poder existentes en el sistema internacional. Frente al privilegio exorbitante de  Estados Unidos de financiarse en su propia moneda, los países en desarrollo únicamente pueden  recurrir a un préstamo del FMI, y ello genera un estigma financiero que, a su vez provoca la  degradación por parte de las agencias calificadoras y, en último término, el encarecimiento del  acceso a la financiación. Todo ello, está comportando un riesgo mayor de agudización de la crisis  sanitaria, económica y societal en los países en desarrollo, evidenciando las limitaciones  históricas de un sistema multilateral asimétrico. 

Maider Maraña afirma que crisis nos demuestra que vivimos en una lógica del “sálvese quien  pueda”, no siendo siempre consecuentes con la idea de comunidad y con el principio de  solidaridad. Asimismo, realiza un apunte sobre el desconocimiento que existe en la sociedad  sobre el vínculo realmente existente entre la pandemia de la COVID-19 y la crisis climática, lo  que, en último término, dificulta el diseño de una respuesta sostenible y, por ende, efectiva a  largo plazo. 

Francisco Rojas Aravena alude a la necesidad de construir un capital de paz cotidiano que será  capaz de brindar dividendos para la paz que se expresarán en una paz positiva en términos de  Galtung. Remarca de nuevo la importancia de construir sociedades en las que impere una  cultura de paz para garantizar los derechos humanos. 

Mikel Mancisidor señala que el aprendizaje derivado de esta pandemia no debe limitarse a  confirmar aquello de lo que teníamos conocimiento antes de la COVID-19, por ejemplo, la  pertinencia del multilateralismo y la importancia de los derechos humanos. Así, invita a  reflexionar sobre los nuevos planteamientos que nos ha sugerido la pandemia.  

Blanca Rodríguez Chaves apela a la deseabilidad de gestionar la pandemia con la elaboración  de leyes orgánicas cumpliendo así con el sistema de fuentes establecido en la Constitución. Así,  se evita abordar el devenir de la pandemia mediante estados de alarma adicionales y la erosión  que lo provoca sobre el estado de derecho en nuestro país. 

María Oianguren insiste en que la pandemia ha puesto de manifiesto que somos seres  vulnerables, ecodependientes que socialmente necesitamos vivir en comunidad. Asimismo,  otorga gran importancia al lenguaje y destaca la diferencia entre “sobrevivir” a los riesgos  globales y “habitar” el mundo. En último término, reconoce que la crisis generada por la  emergencia de la COVID-19 se revela como una oportunidad sin precedentes para reflexionar  sobre el modo en que debemos habitar el mundo, así como sobre las posibilidades que tenemos  de transformarlo. 

Cierre del Conversatorio 

Realizando una crítica a las reticencias que históricamente ha tenido el Partido Republicano de  los Estados Unidos, Federico Mayor Zaragoza considera especialmente relevante elaborar un  plan de acción global en el marco de las instituciones multilaterales con la finalidad de afrontar  de manera efectiva y democrática los retos que se plantean en un mundo crecientemente  interdependiente. Además, destaca la importancia de generar un sentido de comunidad, así  como una consciencia global de los retos y problemas que se ciernen sobre las personas de ahora  en adelante. Asimismo, apunta que los Objetivos de Desarrollo Sostenible articulados en la  Agenda 2030 se configuran como herramientas con gran potencialidad para que los pueblos  transformen el mundo plutocrático y asimétrico en otro sustentado en el multilateralismo  democrático, eficaz e inclusivo. 

Finalmente, Manuela Mesa agradece la participación a todas las ponentes haciendo hincapié en  su esfuerzo por ceñirse a las limitaciones de tiempo establecidas. A su vez, agradece la labor del  equipo del Instituto DEMOSPAZ-UAM, concretamente a Elena Boschiero, Raúl Echeita, Juan  López Antoranz y Beatriz Fernández. Recuerda que el lunes 30 de noviembre se celebrará el  segundo Conversatorio sobre Desigualdad, Vulnerabilidad y Securitización de la respuesta.

 

Relatoría del Conversatorio de Desigualdad, Vulnerabilidad y  Securitización de la Respuesta 

El Conversatorio de Desigualdad, Vulnerabilidad y Securitización de la Respuesta se celebró en  modalidad online a través de la plataforma Zoom, el 30 de noviembre de 2020. Esta relatoría  recopila e integra las distintas aportaciones de las personas intervinientes en el encuentro. 

Bienvenida y presentación del Conversatorio 

Carlos Giménez, Director del Instituto Universitario de Derechos Humanos, Democracia, Cultura  de Paz y No Violencia DEMOSPAZ, da la bienvenida a todas los participantes y las presenta  brevemente. Cede la palabra a Federico Mayor Zaragoza. 

Federico Mayor Zaragoza, Presidente de la Fundación Cultura de Paz y Copresidente de  DEMOSPAZ, expresa sus agradecimientos a la Consejería de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales del Gobierno Vasco, encabezada por Beatriz Artolazabal, por hacer posible el encuentro y a la  Secretaría General de Derechos Humanos, Convivencia y Cooperación. Agradece también la  labor de preparación de los seminarios por parte de Manuela Mesa y Carlos Giménez. Resalta el  papel primordial de la justicia social, como vehículo de igualdad y del pleno ejercicio de los  derechos humanos. Asimismo, destaca la importancia de la separación de poderes y la  independencia del poder judicial para un adecuado funcionamiento del Estado social y  democrático de derecho. 

Manuela Mesa, Codirectora del Instituto DEMOSPAZ, toma brevemente el papel de  moderadora, introduce la temática del conversatorio y da la palabra a Alicia Cebada. 

¿Cómo influye la desigualdad en la vulnerabilidad? 

Alicia Cebada, Directora de la Cátedra UNESCO/UC3M de Libertades Públicas y Valores Cívicos,  agradece la invitación. Destaca el concepto de “sindemia” para hacer referencias a las sinergias  que se producen entre enfermedades prevalentes, como la obesidad, la malnutrición o, por otra  parte, el cambio climático. A partir de él se pueden diseñar propuestas al problema que tengan en cuenta el contexto social particular de cada territorio y las vulnerabilidades específicas de los  colectivos. De manera específica, estas propuestas deben incluir la necesidad de atajar la  desigualdad, cuya crisis es una de las principales que ha evidenciado y ha incrementado la  pandemia de la COVID-19.  

Mª Ángeles Espinosa, Directora del Instituto Universitario de Necesidades y Derechos de la  Infancia y la Adolescencia IUNDIA y miembro del Patronato de la Fundación UNICEF Comité 

Español, agradece la invitación e incide en cómo la desigualdad limita las posibilidades de  desarrollo de niños/as y adolescentes, en sus dimensiones física, emocional, afectiva y social. La  desigualdad descapitaliza o derrocha las oportunidades de estas personas, para generar  desarrollo humano en los sitios donde viven, situándolas en condiciones de vulnerabilidad. Esto  supone una vulneración de sus derechos humanos y está asociado a problemas educativos  persistentes, como el abandono escolar, pobres resultados económicos o la brecha digital. La  pandemia ha aumentado las desigualdades existentes. Los problemas de salud infantil, como la  obesidad, asociada con el nivel socioeconómico de sus familias, son problemas de salud pública.  La vulnerabilidad también aumenta la posibilidad de ser víctima de desprotección y violencia,  fenómenos que se han incrementado en los hogares durante el período de confinamiento. 

Virginia García-Acosta, investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en  Antropología Social (CIESAS) y miembro de la Academia Mexicana de Historia, agradece la  invitación y revisita los conceptos de riesgo, vulnerabilidad y desigualdad. Destaca el concepto  de vulnerabilidad global, como un conglomerado de vulnerabilidades diversas, y por ello la  necesidad de atender a las diversas dimensiones de la vulnerabilidad (factores políticos, sociales  y económicos). Asimismo, trata la vulnerabilidad diferencial, como la que sufren históricamente  determinados colectivos debido a construcciones de carácter arbitrario; la vulnerabilidad  diferenciada, en función del desastre al que se ven sometidos los colectivos; la vulnerabilidad  progresiva, pues impacta más y antes en algunos lugares que en otros. La diferenciación de los  tipos de vulnerabilidad es lo que permite realizar una mejor gestión de desastres. 

Elena Boschiero, investigadora del Instituto DEMOSPAZ y colaboradora del Centro de Educación  e Investigación para la Paz (CEIPAZ) y de la Fundación Cultura de Paz, agradece la invitación y  resalta la consideración de los desastres en tanto que procesos y no como eventos puntuales.  Los desastres derivan de las condiciones sociales, políticas, económicas y culturales del contexto,  que son las que producen vulnerabilidad social, la cual se suma a la vulnerabilidad física que  tenemos como seres humanos. Los efectos de la pandemia se han distribuido de manera  desigual al interactuar con los diversos colectivos afectados, provocando un mayor daño en  aquellos en situación más vulnerable. Hay tres factores que contribuyen a la construcción de la  vulnerabilidad: los socioeconómicos y culturales que llevan a condiciones de vida desiguales  (desigualdad económica, por razones de género, con mayor precariedad y exposición a la  violencia por parte de mujeres, y en el caso específico de las personas migrantes); la gobernanza  y la gestión política del riesgo, pues las poblaciones suelen delegar en las instituciones públicas  la construcción de las amenazas como riesgos y la elaboración de los argumentos éticos para  enfrentarlas; y las percepciones sociales del riesgo, puesto que no basta con conocer la 

existencia de una amenaza, sino que hay que percibirla como un riesgo. La percepción social del  riesgo nos ayuda a complejizar nuestra comprensión del comportamiento de los seres humanos,  que no solo actuamos de manera racional con acciones para reducir el riesgo, sino que también reaccionamos con acciones que aumentan el riesgo y, por ende, nuestra vulnerabilidad. En este  último caso no se trata de una falta de información, sino de los sesgos morales, institucionales  y personales. Por otra parte, la relación entre desigualdad y vulnerabilidad es recíproca: las  desigualdades ayudan a construir la vulnerabilidad y ésta reproduce y exacerba las  desigualdades existentes. Romper las cadenas de desigualdades pasa inevitablemente por el  cumplimiento de los derechos humanos. 

Ana González-Páramo, investigadora senior de la Fundación PorCausa, agradece la invitación y  recalca el papel que ha tenido la pandemia a la hora de revelar y recalcar las vulnerabilidades a  las que ya se enfrentaba el colectivo migrante. Han estado más desprotegidos y desprovistos del  colchón de la pertenencia y de la participación social y político; se encuentran en una situación  más frágil social y sanitariamente; y han sido objeto de discriminación, culpabilización y  deshumanización. El cierre de fronteras ha impedido el acceso al territorio y al asilo, así como la  circulación de personas, que no de capitales ni de mercancías, interrumpiendo trabajos  transfronterizos y el proyecto individual y familiar de muchas personas. Ha sido una crisis de  derechos humanos desde la negación del refugio a las situaciones de internamiento y detención  irregular de personas y mejores en centros y puntos críticos, con la imposibilidad de protegerse  que conlleva. Seguimos sin tener acceso a muchos sitios de vulneración de derechos humanos  de las personas migrantes debido a la política de externalización de fronteras de la Unión  Europea. Las personas migrantes se enfrentan a una mayor vulnerabilidad social con la  pandemia y, no obstante, han sido también claves para sostener servicios esenciales, sin recibir  un trato de acuerdo a los derechos humanos. La reducción de ingresos rompe también los flujos  de remesas hacia los países de origen, aumentando la vulnerabilidad de estos lugares. 

Virginia Maquieira, Directora de la Cátedra UNESCO UNITWIN en Políticas de Género e Igualdad  entre mujeres y hombres de la UAM, agradece la invitación y el formato del seminario. Destaca  la incidencia desigual entre hombres y mujeres de los efectos de la pandemia, y cómo la  desigualdad de género se ha acentuado a raíz de la misma: sobrecarga del trabajo de cuidados,  altos índices de economía informal entre mujeres, precariedad laboral, falta de acceso a  recursos sanitarios y educativos, e incremento de la violencia de género. El gran reto es plantear  políticas que afronten de manera integral las diversas crisis que convergen en la pandemia,  teniendo en cuenta que el género atraviesa todas las divisorias (de clase, de grupo étnico, de 

edad, de posición en el Sistema Internacional…). Se debe luchar contra la desigualdad en todas  las circunstancias, no solo en épocas de bonanza. 

  1. Javier Murillo, Director de la Cátedra UNESCO en Educación para la Justicia Social de la UAM,  agradece la invitación y destaca cómo la pandemia ha incrementado las desigualdades en la  educación, partiendo de que el sistema educativo no aseguraba ya de partida la igualdad de  oportunidades. La pobreza infantil y la desigual capacidad socioeconómica de las familias son  fenómenos aún más exacerbados en el momento actual. En conjunto, se constata que no hay  igualdad de oportunidades en el acceso a la educación, donde los que más pueden eligen las  mejores escuelas. También se da una desigualdad en la participación y, manifiestamente, en los  resultados. La pandemia ha generado una brecha todavía mayor, pero el sistema educativo ya  fallaba a la hora de garantizar el derecho humano a una educación de calidad, pues legitima y  reproduce las diferencias sociales. Esto es especialmente evidente en el caso de las minorías  étnicas y culturales, que experimentan una exclusión educativa permanente. 

¿Qué podemos hacer? 

Carlos Giménez introduce un bloque de preguntas más específicas respecto a las propuestas  que se pueden plantear para solucionar las distintas problemáticas enunciadas. 

¿Cómo se puede superar la transmisión intergeneracional de la desigualdad? 

Alicia Cebada destaca la necesidad de atajar la desigualdad en el momento presente, con  políticas públicas como las impulsadas en España: el Ingreso Mínimo Vital, los ERTEs o el  ofrecimiento de soluciones habitacionales a familias en situación de vulnerabilidad. Con  oportunidad de la pandemia, distintos caminos como la Renta Básica Universal, la renegociación  o quita de la deuda, la profundización de la gobernanza global y los nuevos modelos de  desarrollo deben explorarse a conciencia. Por otro lado, podemos aportar conceptos como el de  “salud planetaria”, que integra las dimensiones, social, sanitaria y medioambiental de la salud,  y nos interroga sobre nuestro modelo económico y de bienestar. En definitiva, se trata de  avanzar hacia la constitución de una comunidad internacional social y de derecho que asegure  la igualdad y el cumplimiento de los derechos humanos. 

¿Qué potencial tiene la educación en la lucha por la justicia social? 

  1. Javier Murillo subraya las posibilidades que ofrece la educación para corregir las  desigualdades sociales, pero ello requiere de una reforma profunda de los sistemas educativos,  pues actualmente van en la línea contraria. La pandemia ha sido especialmente dura para el 

estudiantado con necesidades especiales. Por otro lado, ha habido ciertos motivos de esperanza  en este año: la flexibilización de los criterios de evaluación, que ha reducido al desigualdad del  acceso a la educación; la reducción del currículum a lo esencial, evitando la sobrecarga; el apoyo  de las tecnologías a la labor educativa; el mérito y el trabajo de las profesionales docentes, no  suficientemente reconocido. Es necesario considerar la educación como espacio socializador de  transmisión de valores inclusivos y de convivencia entre personas, para lo que se necesita  resolver las desigualdades de partida. La educación tiene hoy un gran poder de transformar la  sociedad, a través del pensamiento crítico, la creatividad y los valores democráticos. 

¿Cómo hacer frente a la vulnerabilidad para enfrentar la pandemia? 

Elena Boschiero destaca la conexión entre la teoría y la práctica en la gestión de los desastres,  poniendo el foco en la posibilidad de actuar para evitar – o mitigar – los desastres y de actuar para reducir la vulnerabilidad. Es necesario conocer y tener en cuenta las múltiples percepciones  del riesgo locales, puesto que algunas aumentan la probabilidad de exponerse al riesgo mientras  que otras la disminuyen. También hay que comprender los sistemas de valores y los contextos 

específicos, de manera que se planifiquen políticas de prevención, preparación y respuesta a los  desastres adecuadas a los sistemas culturales locales. Estas políticas deben contar con la  participación y adhesión de la ciudadanía sobre la que recaen. Las necesidades de los grupos  vulnerables tampoco pueden faltar en la consideración de la gestión de desastres y se deben  preparar respuestas específicas. El acceso a los derechos fundamentales y la corrección de  desigualdades (género, económicas, sanitarias…) deben atravesar las políticas públicas que se  planifiquen. Es necesario velar por la seguridad humana y los derechos humanos siempre, no  solo durante y después de la emergencia, sino también antes de que esta se manifieste. Por  último, urge promover el diálogo y la cooperación a todos los niveles, inspirándose en las  iniciativas de solidaridad y cuidados que han surgido en la sociedad civil durante la pandemia.  Este buen ejemplo se contrapone con la utilización de la pandemia por parte de actores políticos  para limitar fuera de lo justificado los derechos fundamentales o avanzar objetivos políticos  partidistas. 

Virginia García-Acosta diferencia entre vulnerabilidad (inseguridad, indefensión y exposición a  contingencias) y pobreza (carencias). La vulnerabilidad tiene una cara externa, de riesgos, crisis  y tensión, y otra interna, referida a la indefensión o falta de medios para hacer frente a una  contingencia sin necesidad de sufrir pérdidas. No distinguir ambos conceptos impide determinar  las respuestas más adecuadas para cada caso, y construye una “masa amorfa de los pobres” 

tratada como inevitablemente desfavorecidos. Por ello es necesario atender a la extensa  literatura sobre estudio desastres y conectarla con los estudios epidemiológicos. 

En tiempos de pandemia, ¿qué medidas son necesarias para proteger a las  personas refugiadas y migrantes? 

Ana González-Páramo apunta a la importancia de que las migraciones aparezcan como  emergencia global en tres sentidos. Primero, como una oportunidad para cambiar el relato sobre  las migraciones, eliminando las narrativas intoxicadas por discursos xenófobos, con el horizonte  en asociar el progreso como sociedad a la migración. Segundo, es momento de apostar por la  protección y la inclusión de las personas migrantes que ya habitan nuestro territorio para que  participen plenamente en la sociedad (regularización, acceso a la educación, a la vivienda,  reconocimiento de títulos y habilidades, acceso a servicios sociales y sanitarios, participación  política) y puedan contribuir a las sociedades de destino. No se trata solo de reconocer su  participación en los servicios esenciales, sino también de eliminar las barreras que impiden esa  potencial aportación política, social, económica, demográfica… La informalidad aumenta la  posibilidad del contagio, la precariedad y la desigualdad. La extensión temporal de los permisos  de trabajo y la garantía de oportunidades laborales a menores protegidos son medidas  acertadas. En cuanto a los que tratan de venir, es necesario reformar los cauces de migración  legal y salir del enfoque securitario. 

¿Qué medidas son necesarias para proteger de la violencia a las mujeres y  cuáles han sido los retos para políticas públicas? 

Virginia Maquieira describe tres tipos de niveles en las intervenciones para combatir la  violencia. El primero se refiere al momento de las emergencias, con los dispositivos asistenciales  existentes (policiales, psicológicos, sociosanitarios, jurídicos), que deben ser considerados  servicios esenciales. El segundo nivel corresponde a la tarea de detectar los obstáculos y fallos  en la aplicación de las leyes y políticas de violencia y de igualdad, detectando las deficiencias  financieras de los dispositivos y las carencias de formación de los operadores asistenciales (pervivencia de prejuicios discriminatorios hacia las mujeres). En tercer lugar, se trata de ir a las  causas sociales de la violencia, atendiendo a la estructura desigualitaria que genera las  violencias. Hay que actuar sobre todas las dinámicas y actores institucionales y sobre los  mandatos de la masculinidad violenta, que hay que corregir y desterrar. Ello supone un trabajo 

de largo plazo pero insoslayable. Otro reto global es la falta de leyes y políticas contra la violencia  y de promoción de la igualdad en muchos países, lo cual requiere de una movilización política  multilateral. 

¿Cómo se puede proteger a la infancia y cuáles han sido los principales retos  que los gobiernos han tenido que enfrentar para garantizar sus derechos? 

Mª Ángeles Espinosa resalta el enorme impacto de la gestión de la pandemia en los niños con  el cierre de escuelas y suspensión de actividades recreativas, especialmente en cuanto a su  derecho a la educación, su derecho al juego, a la protección o la necesaria socialización con  iguales. El daño ha sido más evidente en la infancia que ya enfrentaba situaciones de  vulnerabilidad. Los gobiernos deben evitar que la crisis sanitaria se convierta en una crisis de la  infancia. La pandemia se ha llevado por delante todos los programas de vacunación, de  educación y nutrición en los países de bajos ingresos, lo que auspicia un incremento significativo  de la mortalidad de niños y niñas en el futuro. Los esfuerzos deben estar orientados a garantizar  sus derechos de salud, educación, protección y participación. Ello supondrá tener ciudadanos  más libres y empoderados en el futuro, con una sociedad menos desigual, más equitativa y más  resiliente para afrontar las crisis. 

Mensajes finales 

Mª Ángeles Espinosa apunta a la importancia del trabajo conjunto y multidisciplinar como  herramienta clave para abordar la desigualdad y la vulnerabilidad. 

Virginia García-Acosta incide en la construcción social de los riesgos y, de manera especial, en  la construcción social de la prevención, es decir, lo que históricamente han hecho las sociedades  para prevenir los desastres y emergencias, en términos de solidaridad, fraternidad y capital  social, aún en condiciones de desigualdad, vulnerabilidad y pobreza. 

Elena Boschiero argumenta la necesidad de una respuesta multifactorial y colectiva a todos los  niveles (local, internacional), de una manera interdisciplinar. 

Ana González-Páramo describe las migraciones y la globalización como actores en sí mismos del  escenario global. Mientras capitales, mercancías y virus atraviesan libremente las fronteras, no  tiene sentido que no puedan hacerlo las personas. Los muros ya estaban erigidos antes de la  pandemia y se componen también leyes, sistemas y relatos que permanecen muy encallados y discriminan a las personas migrantes fuera de nuestra realidad. La prioridad, no obstante, debe  estar en la narrativa y el discurso sobre la migración.

Virginia Maquieira agradece las intervenciones de las ponentes e incide en la riqueza del  formato y los textos disponibles en la web del Ciclo. El Conversatorio ha evidenciado un gran  trabajo de investigación multidisciplinar por delante que es preciso impulsar. 

  1. Javier Murillo propone centrarse en las lecciones aprendidas durante la pandemia, para que  la vuelta a la normalidad conlleve también un vuelco en determinadas realidades que deben  desaparecer, como la desigualdad, avanzando hacia una mejor sociedad. 

Alicia Cebada coincide con el resto de las intervenciones en la consideración de la crisis como  una crisis de derechos humanos y la necesidad de una respuesta también basada en los derechos  humanos, específicamente en los derechos económicos y sociales. Una respuesta basada en  estos derechos puede llegar a legitimar y reconstruir unos liderazgos políticos muy deteriorados  en algunos países por la gestión de la pandemia. Esta crisis debe ser una ventana de oportunidad  para un cambio de era, donde la interacción global existente en términos económicos y  tecnológicos coadyuve a la creación de un nuevo modelo de desarrollo. 

Carlos Giménez agradece a Manuela Mesa, Elena Boschiero, Raúl Echeita y otros/as colaboradores de DEMOSPAZ por la organización del ciclo. Propone el pleno ejercicio de los  derechos humanos como principio inspirador de soluciones ante la crisis. 

Manuela Mesa agradece a Carlos Giménez y al equipo de ponentes la participación en el  Conversatorio, valora el diálogo de saberes distintos y la experiencia del formato online del  seminario. Invita a las personas participantes a un webinario el día 10 de diciembre de 2020 en  torno al evento de conmemoración del Día Internacional de los Derechos Humanos.